El amor y otros demonios en los tiempos de Internet

El jueves 26 de mayo iniciamos en el Centro de Cultura Contemporánea de Valencia (Centro Octubre) el ciclo de conferencias «Domesticando las tecnologías digitales» (http://www.octubre.cat/activ_cat.php?id_categoria=3).

La primera conferencia, «El amor y otros demonios en los tiempos de Internet», a cargo de Francesc Núñez, se centró en algunas de las transformaciones experimentadas por el amor en los últimos decenios.

Aprovechando las reminiscencias del título de la conferencia con dos libros de Gabriel García Márquez y la idea del amor platónico como un ser intermedio entre el mundo sensible y el inteligible, se centró el tema del amor en tanto que emoción social, es decir, teniendo en cuenta que la emoción es un conjunto de mecanismo de percepción, de procesos interpretativos y de respuestas fisiológicas a estímulos. Esto es –siguiendo la orientación de E. Illouz en el tema–, las emociones ocupan un espacio fronterizo (intermedio, ¿como el eros platónico?). Entre el cuerpo y la cultura, donde cuerpo, cognición y cultura se fusionan.

Para organizar la exposición, se partió de la teoría triangular del amor de R. Sternberg, que describe la pluralidad de sentimientos amorosos-o formas de amor- como una combinación de intimidad, pasión y compromiso. Dejando de lado el valor de esta teoría, la conferencia se centró en las transformaciones en la intimidad, en la pasión y en el compromiso, transformaciones que las nuevas tecnologías no han hecho más que amplificar.

En la línea del libro de M. Foessel comentado en este blog, se señalaba como la equiparación (o inclusión) de lo íntimo con lo privado abría las puertas a la calculabilidad (a la posibilidad de intercambiar o enajenar mediante contratos) en las relaciones íntimas y, en concreto, en las relaciones amorosas.

Esta reclusión de la intimidad en la esfera de la privacidad es perfectamente congruente con los cambios en cómo venimos pensando la pasión amorosa desde que-en la línea de las investigaciones realizadas por E. Illouz- la confundimos con los intereses (económicos), con la búsqueda de la igualdad y de la satisfacción personal. La racionalidad y la capacidad de control que esto nos permite (y que la búsqueda del amor en Internet nos ilustra muy bien) nos ha llevado de la vivencia de un amor «ciego e infinito» a un amor finito, circunstancialmente apasionado y conveniente.

Esta idea permite incidir en algunos cambios en el compromiso en la línea de los apuntados por A. Giddens cuando habla del amor confluente y la relación pura. El amor se debe entender como una relación social que se establece por iniciativa propia y que se mantiene en la medida en que ambas partes se sienten suficientemente satisfechas.

Por otra parte, Holschild, en un artículo del año 1995 (“The socilogy of emotion as a way of feeling”) se resaltaba la tensión amorosa entre la voluntad de incondicionalidad y la incertidumbre del vínculo.El resultado es que el amor adopta las estrategias del capital (móvil y cambiante) para gestionar todas las emociones asociadas y así limitar los vínculos emocionales para adaptarse a la cultura desestabilizadora del capitalismo. De hecho, esta práctica emocional acaba generando también unas emociones de este tipo

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Sociology of Emotions - Research Group
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